sábado, 5 de septiembre de 2009

QUÉ SE VIÓ

El día 27 de agosto salimos una parte de la familia (otra parte optó por el sueño) a campo abierto, buscamos un sitio alto para observar mejor, a 1200 m..
La luna, la de siempre, se mostraba próxima, grande y roja (sólo la habíamos visto así en el desierto), casi era luna llena pero faltaba ese pequeño “bocado a la derecha”, realmente no sabíamos qué esperar porque a pesar de los avisos de Las dos Lunas nos parecía extraño que pudiera darse el fenómeno, significaría una alteración en las condiciones de nuestro Planeta Azul.
Habíamos leído que la información que teníamos no era cierta sino que se basaba en una leyenda Maya, aún así nos llevamos unas cervezas, un poco de sueño y mucha ilusión al punto decidido.
Esperamos la llegada de la hora observando como la luna iba cayendo veloz, veíamos a Venus brillante y otro punto brillante también en línea pero la luna cayó rápida y se ocultó poco a poco como si se apagase un fuego en la lejanía .
No hubo decepción para quienes esperamos el momento, quizá eso es lo que había que ver “ese otro punto brillante” que no veíamos otras veces.
Sin embargo la noche fue mágica para nosotros, se oían los grillos con su canto nocturno , olía a verano y a paz, titilaban las estrellas, se distinguía con claridad la Vía Láctea y las Constelaciones, había ráfagas de luz de las estrellas fugaces que caían dibujando un arco .
Allí, en ese punto, sentados en el suelo saboreando compañía, familia, una cerveza fresca y envueltos en la magia de la noche, iluminados sólo por las estrellas nos sentíamos continuadores y a la vez ancestros de tantos seres humanos que habían contemplado y contemplarán en el futuro la bóveda celeste y hablamos de hijos y nietos que quizá vivieran en otros países a quienes contaríamos la magia de esa noche.
No vimos “el fenómeno” pero sí vivimos una noche mágica con el cuerpo en la tierra, los ojos en las estrellas y el alma en paz.

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