martes, 14 de abril de 2009

LA LIBERTAD DEL LIBRO

Existen muchas clases de placer pero las personas amantes de la lectura sienten un placer especial cuando se encuentran en una librería, en una biblioteca.
Poder abarcar con la mirada los colores, la disposición y el orden de los libros allí contenidos, el aroma especial de esos lugares y no digamos la alegría íntima que se siente al conseguir "ese" libro .
Durante días prepara el momento de ir a buscarlo, hay un estado de ánimo especial el día convenido, como si fuese el día de recibir un premio, va al encuentro de un amigo que l@ acompañará siempre.
El placer de buscar un libro despierta todos los sentidos.
Llegamos al lugar deseado, quizá tenemos un título en mente o quizás vamos a buscar uno a la aventura para llevarlo a casa y, tras leerlo, colocarlo amorosamente junto a otros y acudir a él en otro momento o bien devolverlo a la biblioteca y volver a casa con un tema nuevo.
Los ojos se posan pausadamente en títulos y autores, las manos cogen con delicadeza un libro tras otro, hojean, leen algunas líneas; se percibe con los dedos la textura del papel, también el olor de cada libro, aroma a papel y tinta recién impresa en libros nuevos , aroma a papel guardado, a libro con historia, en los libros viejos.
La materia dúctil de la que están hechos se dobla y se abre presionada por nuestras manos, por fin el corazón salta de alegría al encontrar el libro deseado.
Se acaricia, se miran los capítulos, la dedicatoria del autor, las referencias que otros autores hacen del libro y tras pasar varias veces las manos por la portada como si se quisiera comprobar la realidad y solidez del mismo pasamos a poseerlo.
Llegamos a casa con ganas de sumergirnos en este mundo nuevo que llevamos en la mano. Buscamos un lugar cómodo y apartado de ruidos e interrupciones, lo abrimos y... ya no existe nada alrededor, estamos viajando en el libro; los ojos recorren con avidez o lentitud, según el momento, las páginas y en los márgenes quedan anotados pensamientos, sentimientos, aclaraciones, citas……en fin aquello que sugiera la lectura que se puede interrumpir y retomarla donde la dejamos señalada con un papel o una esquina doblada.
El libro nos lleva a otros mundos, a otras dimensiones sin salir de una habitación.
Cuantas personas presumen de haber recorrido el mundo y sin embargo nunca salieron del salón de su casa y cuantas sin salir de una habitación han recorrido el mundo acompañadas por esos amigos silenciosos y locuaces a la vez.
El libro nos da libertad para soñar e interpretar la realidad.
Las noches son mejores tras leer un rato antes de dormir y si ataca el insomnio se combate con ese libro de cabecera al que nos agarramos para que nos lleve al sueño lentamente a través de líneas y páginas, a través de otro mundo que recorremos también en la noche al abrigo de realidades diarias más crudas.
El libro queda personalizado, con un lugar en la casa, prestado a amigos o familiares y finalmente heredado por los descendientes que hallarán en él la impronta del ser querido, quizás lleguen a conocerlo un poco mejor a través de sus libros y anotaciones.
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