sábado, 31 de octubre de 2009

OTRA DE POLÍTICOS

En estos momentos es fácil hablar de los políticos y terminar la conversación con aquello de " todos son iguales".
No estoy de acuerdo, no lo son, incluso aparecen nuevas especies, políticos de nuevo cuño. Aún no sé como denominarlos pero son reconocibles.
Suele ser varón, puede pertenecer o no a un partido político, a menudo no es afiliado pero simpatiza (o al menos eso hace ver) con alguno.
Tiene una vasta carrera profesional (eso es el mérito para contar con él en las listas del partido) que desarrolla en un ámbito culto y considerado.
Se mira las manos cuando habla, se escucha con deleite cuando desgrana sus puntos de vista en nutridos foros . Se siente en la cumbre de la intelectualidad y disfruta de ello.
No debiera suponer un problema en política contar con una persona preparada, culta, con don de gentes, con un bagaje profesional destacado pero con el tiempo empieza a serlo.
¿Qué ocurre una vez que son solicitados para algún cargo político?
Primero fascinación del pueblo llano de tener en "la cosa pública" alguien con buen cartel, respetado y considerado.
Por parte del afectado alegría y celebraciones porque al fin hayan descubierto su valía y lo llaman para ….. ¿ para qué piensan que los llaman?
Se suceden reacciones de alegría y gozo por estar allí, luego hay un tiempo de proyectos, de colaboradores (que eligen ellos) , una maratón de viajes, entrevistas a nivel nacional e internacional, visitas a los dominios de "lo suyo", solicitudes de presupuestos imposibles…
No entran en discusión sino que exigen que se haga de esta o de aquella manera, para eso son los más sabios de… "la cosa que sea" y entonces surge el conflicto ¿para qué soy llamado si no hacen caso de lo que digo cuando soy el más sabe "de la cosa"?
Lo de pertenecer a un colectivo amplio y con diferentes puntos de vista no entra en sus cálculos, ellos son la elite y ha de hacerse como exigen que se haga (a estas alturas ya no hay propuestas sino exigencias) y al no aceptarlas se marchan airados, contrariados, la cabeza erguida y el menosprecio a los que fueron "sus compañeros" e incluso a quién lo solicitó para el cargo.
Echo de menos a aquellos hombres sencillos, humildes, inteligentes, algunos autodidactas, otros de vasta cultura, con ideales , que dedicaban su vida a "la cosa pública" sin esperar reconocimiento más allá de cumplir con su deber. Lástima que muchos estén muertos y los que hay vivos no tienen mucho interés en disputar el sitio a esta nueva clase .

Ocupa mucho más espacio la soberbia (que no se comparte) que las ideas.