lunes, 2 de marzo de 2009

EUSKADI Y LAS ELECCIONES

Empezaré diciendo que tuve la suerte de vivir en el Pais Vasco unos años.

Eran años duros en los que ETA día sí y día también ponía carteles amenazantes, de advertencia; no crean que eran carteles especiales , rollo de papel de embalar simplemente pero eso sí, sólo el agua , el viento y el sol tocaba aquello hasta deshacerlo, cualquier otro cartel se veía con los ojos sacados, bigotes pintados, rasgados, pero esos eran otra cosa. Eran de otros.
Los carteles los colgaban encapuchados a la luz del día subidos en una escalera a lo ancho de la calle como luces de navidad, nadie los molestaba, ni los miraban siquiera.

En las elecciones ser ex -preso político era mérito para ser candidato, y de vez en cuando amanecía la ciudad inundada de panfletos con instrucciones de supervivencia ( si preguntan que si eres…, niega; si alguien camina tras de ti…..aléjate o cambia de rumbo….) en momentos en que ETA sólo preguntaba tu nombre, si era afirmativo pues tiro a la cabeza.
Las huelgas generales estaban a la orden del día y a veces en toda la semana no se podían comprar alimentos de primera necesidad, había que conseguirlos de manera clandestina, sobre todo si había niños, con el consiguiente riesgo de agresión de los piquetes o que "se fijaran" en tí.

Había atentados y la calle era de ETA, tras cada manifestación ,por el motivo que fuera, todos ellos encapuchados terminaban en las Plazas cantando el Eusko Gudariak y aterrorizando a la población.
Las calles vacías, el silencio mortal y amenazante.
Abundaban los atentados en la calle y tiroteos cruzados con la policía ; una vez acabado todo la gente salía a la calle sin mencionar nada de lo sucedido, como si no hubiera existido y los encapuchados, ya a cara descubierta, observaban posibles objetivos.
Sólo en casa y en voz muy baja se podía hablar con libertad, pero se miraba bien con quién se relacionaban.
Hubo colectivos (sobre todo funcionarios que de manera obligada desempeñaban ese destino) amenazados de muerte porque los consideraban elementos invasores que debían abandonar “su país”. Algunos de ellos en “listas negras” ante un aviso de alerta anochecían y no amanecían, se iban con lo puesto.
Eran momentos difíciles para la población.
Pude contemplar un hecho que me heló la sangre: Había un grupo de personas en un comercio, se oyó un chirriar del tren y ruido de metal, salen a la calle corriendo hacia el lugar del que provenía el ruido, en esa carrera otras personas venían del lugar del suceso y aclararon que había atropellado el tren a una mujer, enseguida preguntaron si sabían quién era, el paisano contestó: no era vasca “era extremeña” ¡ah bueno! dijeron la mayoría y dieron media vuelta a lo suyo.
Se vivía con miedo.
Pensé que el triunfo de la sociedad vasca sobre ETA vendría cuando ocupara la calle y orillasen a los encapuchados, claro que entonces eso parecía un imposible, una utopía. Cuando ví en televisión las primeras manifestaciones de ciudadanos ocupando las calles no podía contener la emoción.Algo había cambiado.

Años más tarde volví y encontré una sociedad más abierta, menos amedrentada pero igualmente cauta, eso sí existía una movilización ciudadana en torno a partidos y Asociaciones y los atentados (igualmente execrables) habían descendido, aún así siempre uno solo es demasiado.
Algunas personas tenían escolta y su vida estaba cautiva eran ciudadanos cuyas ideas incomodaban a ETA o pertenecían a determinados partidos políticos que estaban en su punto de mira.
El tener una policía autónoma, una de las reivindicaciones de ETA, tampoco les libró a los ertzainas de morir en atentados y ser atacados por la kale borroka.

Ahora por primera vez desde la democracia parece que va a cambiar el gobierno en Euskadi y vuelvo a tener miedo porque el nacionalismo excluyente tiene una fuerte base social y algunos de sus dirigentes hablan otra vez de “frente español”.
No sé la respuesta de la sociedad vasca a este cambio de gobierno, sólo deseo que llegue la paz a Euskadi por encima de banderas, apellidos y procedencias.